lunes, 20 de julio de 2009

25º- Hoy el mundo celebra el 40 aniversario de la llegada del hombre a la luna a bordo del Apollo XI. El astronauta Neil Armstrong y sus compañeros Michael Collins y Buzz Aldrin pisaron por primera vez la Luna. La nave despegó desde Cabo Cañaveral (Florida, Estados Unidos) el 16 de julio y cuatro días después, a 384.400 kilómetros, llegaron a su destino. Fue "un pequeño paso para el hombre, pero grande para la humanidad"

Esto me trae a la memoria a la perra Laika (en ruso, que ladra), el primer animal vivo en orbitar la Tierra. Lo hizo a bordo de la nave soviética Sputnik 2, el 3 de noviembre de 1957
Laika era una perrita que pesaba aproximadamente 6 kg y tenía 2-3 años de edad cuando fue capturada por los científicos para el programa espacial soviético.
Pero no una perra cualquiera. Escogieron varias perritas: Albina, Laika (ladradora), Muja (mosca) y Úmnitsa (listilla). Las encontraron vagando por las calles de Moscú pues consideraban que siendo callejeras tenían más aguante, mayor capacidad de adaptación y se acostumbran rápidamente a cualquier dueño. Tenían que ser hembras, lo que facilitaba la colocación de sondas para poder hacer sus necesidades, y pequeñas, como el habitáculo en el que volaría.
De todas ellas la más fotogénica, paciente y tranquila resultó ser Laika… y bien caro le costó.
La prepararon para la misión espacial manteniéndola en jaulas cada vez más pequeñas con la escafandra puesta y alimentada por un sistema automático que se abría y dejaba salir una pasta compuesta de vitaminas, proteínas, grasas, hidratos de carbono y agua. Así durante periodos de 15-20 días para acostumbrarla al pequeño compartimento del Sputnik-2.
La cabina presurizada le dejaba suficiente sitio para permanecer acostada o de pie, pero la perrita iba atada para evitar que la ausencia de gravedad le hiciese dar vueltas. Un sistema regenerador de aire le proveía de oxígeno y la comida y el agua le era entregada en forma de gelatina.
En el momento del lanzamiento, su ritmo cardiaco y respiratorio se elevó muchísimo más de lo normal.
La URSS anunció que Laika había comido un poco e incluso había ladrado, que se encontraba en calma realizando su vuelo espacial y que en pocos días volvería a la Tierra, primero en su cápsula espacial y luego en paracaídas.
La realidad sería muy diferente y lo sabían. Y es que el Sputnik 2 no estaba preparado para regresar a la Tierra de forma segura, el nivel técnico y científico no lo permitía aún, por lo que ya se sabía que Laika no sobreviviría al viaje.

Los signos vitales de Laika eran seguidos por el control en tierra La recepción de datos vitales paró entre cinco y siete horas después del despegue, instante probable de su fallecimiento. Sabían que ése era su destino. La causa (revelada en 2002) fue, probablemente, una combinación del estrés, pánico, humedad y sobrecalentamiento de la nave.

Aunque Laika no sobrevivió al viaje rumbo a la muerte, se demostró que es posible que un organismo soporte las condiciones de microgravedad, abriendo camino así a la participación humana en vuelos espaciales. Tras Laika, la URSS envió al espacio varios perros de los cuales algunos regresarían sanos y salvos.

El deliberado sacrificio de Laika desencadenó un debate mundial sobre el maltrato y las pruebas científicas con animales. Después de Laika, ninguna otra misión tripulada por perros fue lanzada sin que existiese un sistema para el retorno seguro del animal.

Cuanto más tiempo pasa, más lamento lo sucedido. No debimos haberlo hecho....ni siquiera aprendimos lo suficiente de esta misión, como para justificar la pérdida del animal” dijo Oleg Gazenko, (científicos del programa de animales en el espacio y entrenador de Laika).

El satélite, junto con su cadáver, se desintegró al reentrar en la atmósfera terrestre el 4 de abril de 1958 destruyéndose para siempre.

Este es un homenaje más para ti, Laika.